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Lo vintage está de moda, y no solo en cuanto a decoración o ropa sino también en cuanto a coches. Pero no hay que confundir un coche viejo con un coche vintage, éstos últimos son mucho más elitistas que muchos de los superdeportivos que podemos ver en las carreteras de nuestro país porque pueden llegar a ser mucho más exclusivos.

Tomando como ejemplo lo que nos dicen desde la organización Sports Car Club Vintage, un buen coche de estas características es aquel que ha sido fabricado entre los años 1919 y 1930, aunque a veces puede alargarse un poco más en el tiempo, pero no demasiado.

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Un coche así sería el sueño de todo amante de los automóviles, porque son auténticas joyas sobre ruedas por las que se llegan a pagar ingentes cantidades de dinero, sobre todo si están en buen estado de conservación y funcionan. Suelen ser alquilados para eventos como bodas o incluso para el rodaje de spots de televisión, series o también para formar parte de algún museo particular que permita la entrada a todo el mundo.

Siendo sinceros, el coste de mantenimiento de un coche vintage puede llegar a ser muchísimo mayor que un automóvil contemporáneo, especialmente por lo difícil que es encontrar piezas de recambio, por lo que en muchos casos se tienen que importar de otros países o en ocasiones tiene que volver a ser fabricada, con los gastos que eso conlleva.

En cambio, otras personas ven en los coches vintage una formidable oportunidad de negocio y lejos de quedárselo para disfrutarlo o permitir que sea disfrutado por otras personas, prefieren venderlos. No es raro, al menos en Estados Unidos, encontrarse con gente que busca coches antiguos para poder restaurarlos.

Puede llevarles un año, dos o incluso más tiempo ir recopilando las piezas necesarias, pero el coche seguirá siendo un valor al alza, porque cuanto más tiempo pase más se revalorizará.